Creador del sitio de noticias Hemofilia en Chile el 2009 y actual Secretario Director de la Sociedad Chilena de la Hemofilia. Residente de la región de Valparaíso y portador de Hemofilia A Severa.

Lo que ocurrió ayer en la citación a Asamblea no fue algo nuevo. Ha ocurrido muchas veces en la historia de la Sociedad Chilena de la Hemofilia. Fue vergonzoso, sí, lo fue. Fue triste, también lo fue. No por la lista vencedora, que habría ganado igualmente de haber hecho todo en regla, sino precisamente por la falta de apego a las reglas de la misma institución que pretenden dirigir.

Ayer una multitud de gente clamaba a gritos ser oída, tener derecho a voz. Me alegra ver ese entusiasmo por participar en este tipo de  actividades, pero fue triste ver cómo fueron manipulados por un sinsentido.

Entre los gritos casi con el puño en alto se podía oír “el pueblo ha vencido” y “la democracia ha ganado”, también críticas como “las ansias de poder” que tenía la lista perdedora. Y es aquí donde me quiero detener. Es aquí donde está la gran mentira. Mentira que no sé bien de dónde viene y donde nace.

Porque la verdad, amigos, es que ambos bandos pensamos igual. Ambos nos ofuscamos por las “ansias de poder” del contrincante, dispuesto a todo con tal de ganar.

¿Pero ganar qué? ¿Qué gana una persona al tener la responsabilidad de dirigir una organización benéfica tan pequeña como nuestra institución? ¿Qué poder obtienes? ¿Qué beneficios?

La verdad sea dicha, y esto lo saben ambas partes, es que ninguno.

Sin embargo, aquí todo se resumía en el poder, en ese imaginario tridente de omnipotencia que entregaría esta votación.

Sólo puedo hablar por la lista B, a la que pertenezco, y por supuesto, se que habrá parcialidad en mis palabras, pero nunca hemos querido poder. Sólo dejar la Sociedad de Hemofilia mejor de como la encontramos. Ayer eso no ocurrió.

Cuando nosotros iniciamos la demanda para recuperar la institución, cuando se investigó las irregularidades de la vieja administración, cuando peleamos por reactivarla, siempre fue con la ley de nuestro lado.

Ayer todo esa civilidad rigurosa por la que habíamos luchado se perdió en la cólera irracional que reinaba. En los bandos que parece que deben existir. ¿Y por qué? ¿Por qué debemos separarnos en dos bandos enemigos?

¿Por qué ayer no se leyó la memoria anual, el balance y se presentó a los candidatos? ¿Por qué la gente llegó a las 14 horas si la citación era a las 16? ¿Quién cambió el horario? ¿Quién cambió las reglas? ¿Por qué una institución de carácter nacional no dejó votar por poder notarial a los que no pudieron asistir como todas las otras Corporaciones lo permiten, siendo que en muchos casos, los pacientes pueden estar incapacitdos de viajar?

Ayer la gente preguntaba por qué no se les dejaba votar a algunos, y les quiero contar el por qué. Queríamos hacer de este proceso lo más justo y transparente posible pero sabíamos que una lista, había inscrito manualmente a un gran, un muy alto, número de socios. Esos socios eran pacientes y familiares, que fueron ingresados por una misma persona un par de semanas antes de las elecciones y, para cualquier ser racional, esto parecía un acarreo de votos, como se suele llamar en política a este actuar. Enfrentada, esa persona mintió al directorio, negando la situación, lo que no hizo más que agravar la falta y disparar las sospechas (pues hay evidencia concreta). Es triste que una institución sea manoseada de esa manera, y eso sentimos nosotros. La gente debería llegar por el deseo de formar parte de una causa noble y no por el deseo de una sola persona de ganarle “a los malos”. Por eso, en el rol fiscalizador del directorio, decidimos que, ante la existencia de duda sobre el real interés de los inscritos (o más bien, de la persona que los inscribió, recuerden que fue un par de semanas antes de las elecciones), era necesario mantener la providad y evitar vicios, por lo que quedaría su validación pendiente para después de las elecciones. Al fin y al cabo, uno no se inscribe en la Sociedad Chilena de Hemofilia sólo para votar ¿cierto? Pensamos que la gente lo iba a entender, porque se hacía por cuidar la legitimidad de la Asamblea.

Pero nos equivocamos.

La gente quería ver cabezas rodar, y nosotros éramos los villanos. Entonces se perdió el control, se dejaron de lado los estatutos, gente que no pertenecía al directorio comenzó a tomar control. Se invalidó al directorio, cuando fui a hablar con las personas nadie me oyó, ni a ninguno del directorio, sólo al presidente. El era el héroe, del pueblo, y nosotros, los villanos, los del poder que debían ser derrocados. Y así se perdió la democracia, la civilidad, las reglas, la humanidad.

Mi hijo de 13 años estaba acompañándome junto a mi esposa e hija de 3 años, quienes presenciaron como nos gritaron todo tipo de cosas y amenazas. Porque sí, hubo amenazas.

Lamento tener que entregar este reporte, pero mi intención a sido siempre la de entregar a la comunidad la verdad. Por eso hoy, igualmente, digo la verdad. Y me queda la pregunta siempre en la cabeza.

¿Alguien ganó poder ayer? ¿Alguien se hizo más poderoso? La respuesta, la tiene usted.

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